9.29.2011


Siempre se sufre por amor pero, siempre buscamos enamorarnos.

Cuando llegas a cuarto año y te das cuenta que te quedan dos años para terminar una etapa que has comenzando a vivir desde los seis, hay algo en la mente que se detiene y comienza a retroceder en el tiempo. Cuando se te cruzan todos los dramas que has vivido desde entonces, los amigos que estuvieron y los que ya no están, las personas que conoces cada año y que adoptas como parte de tu vida diaria, los amores de colegio... esos por los que sufriste, por los que lloraste, por los que tus amigas te celaron y muchos se volvieron en su contra interponiéndose para ocasionar un mal, esos que tan solo quedaron en miradas pero que sentiste que era tu todo y que sin él no vivirías y luego cuando dejaste de tenerlo caes en la cuenta de que tu vida diaria continua igual y aprendes a fijarte en otras personas. Cuando llega fin de año y ves en los recreos a los estudiantes de sexto año con banderas y gorros festejando su viaje a bariloche, supongo que para ellos es peor. Estar en sexto y que se te cruzen todos esos momentos por la cabeza, ver a tus compañeros y que se te borren todos los rencores hacia aquellos que siempre te hicieron la contra, que todos se vuelven uno solo, que los invade la nostalgia. Que llego por fin ese momento que han estado esperando desde siempre a pesar de que nunca habían tenido muy claro de que se trataba. Se trata de comenzar una etapa más dura  de la que creían, es lanzarse al mundo real y enfrentarte a todos esos miedos de los que antes te habían protegido tus padres. Es remontarse a cuando cumplías diez años y creías que comenzabas a saber lo que era el mundo en verdad, cuando veías a tus padres luchar el día a día y llegar agotados por las noches a casa mientras tu habías estado inventando historias con tus juguetes en tu habitación y creías que las sumas y restas eran lo más duro. Es regresar a cuando tus ojos eran asediados por las lágrimas y la angustia al verlos preocupados a pesar de no saber el por que y querías hacer algo para ayudarlos entonces regresabas a tu habitación, tomabas un papel y una pluma y escribías "Mama y Papa los amo." seguido de varios garabatos y ese pulso escaso que tienes de niño, lo escondías entre tus manos llevando tus brazos hacia tu espalda y te acercabas hacia ellos con sigilo y les alcanzabas aquel papel sutil y ellos sonreían, veías la angustía en sus ojos esconderse detrás del orgullo mientras te abrazaban fuerte y sentías que todo era perfecto, pero no... aún no sabías lo que significaba el mundo. Es remontarte a los trece años cuando te encerrabas en tu habitación y te cubrías los oídos con la almohada mientras cerrabas fuerte tus ojos intentando no escuchar sus gritos en la otra habitación y sabías que no podías ayudarlos y que lo máximo que podías hacer era gritarles que ya dejasen de discutir, pero ellos no iban a hacerlo. Cuando cumpliste quince y conociste al amor de tu vida y creíste que era un ser inalcanzable pero la vida te sorprendió una vez más. Y es verte hoy, viviendo el día a día de la mejor manera que encuentras con toda tu rebeldía de adolescente y todas las ganas de querer cruzar los límites y las barreras, de querer ser 'libre', pero libertad tiene otro significado del que le estás designando y eso lo irás descubriendo con el tiempo.
Y es observar hoy una fotografía suya y perderme en su sonrisa, recordar con anhelo la noche en que lo vi sonreír así y no sabía quien era pero me hizo feliz verlo feliz a pesar de que fuese un extraño convirtiéndose en el amor de mi vida. Y es tener por seguro que quiero vivir la vida junto a él afrontando cualquier obstáculo.  Te amo, precioso.

29 de Septiembre de  2O11.
.Personal Reflection.